26 diciembre 2009

Justicia en la caridad

Recuerdo una cita de Concepción Arenal: "Hay tanta justicia en la caridad y tanta caridad en la justicia que no parece loca la esperanza de que llegue el día en que se confundan". En las sociedades democráticas, la política social debe reducir las desigualdades y mejorar las condiciones de vida de la población con el fin de de garantizar el ejercicio de los derechos de la ciudadanía, pero como la debilidad en la financiación de los servicios sociales por parte de las administraciones imposibilita dar respuesta a todas las necesidades, siquiera las mas elementales, es todavía la caridad la que suple estas carencias. Y esto es lo que sucede.

Cruz Roja de Baleares, a través de 64 entidades, ha distribuido ya 144.198 quilos de alimentos a unas 17.000 personas de entre las que se encuentran más necesitadas. Y en una nueva fase repartirá 144.198 quilos mas de alimentos a través de 41 entidades. Se trata de remesas de alimentos procedentes del programa “Alimentos para la solidaridad” de la Unión Europea, una iniciativa de cuyo reparto se encargan Cruz Roja Española, Cáritas y el Banco de Alimentos. Y el Banco de Alimentos a su vez distribuye unas 880 toneladas de comida valorada en 1,2 millones de euros que alcanzan a unas 14.000 personas residentes en las islas a través ayuntamientos y asociaciones. O sea que, caridad antes que justicia, de ejercer la asistencia social se encargan las asociaciones solidarias.

¿Qué hacen mientas tanto las instituciones? Algunas ni se sabe. El Govern impulsó una ley que garantizaba comida, ropa y alojamiento y se ha quedado en papel mojado. Y el ayuntamiento de Palma --Cort invirtió la fabulosa cifra de 18.000 euros en alimentos-- se apunta ahora ejercer la solidaridad impulsando la firma de un pacto local de lucha contra la pobreza con las organizaciones no gubernamentales, solicitando la colaboración de los ciudadanos, los centros comerciales y las medianas y grandes superficies para recaudar alimentos. O sea que tiren del carro los otros.

El círculo por tanto se cierra. Constatado el gran fracaso de unas instituciones que se muestran incapaces de garantizar una política social justa, acuden a las entidades solidarias, a la caridad publica en definitiva, para que esta, como siempre ha sucedido, continúe supliendo sus carencias y tape sus vergüenzas. Se decía aquello de que no había que hacer caridad, sino justicia, pero hoy vemos que la base de la justicia es la caridad, y no al revés.

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