26 diciembre 2009

¿Una invasión pacifica?

Uno de los personajes más curiosos y de más vasta cultura que habitaron Mallorca en la segunda mitad del siglo pasado, Harold Greenberg, isleño también según decía por haber nacido en Manhattan, resumía así nuestra identidad: els mallorquins sou cristians de dia, moros de nit i jueus a totes hores, y desde su agudo espíritu de observación probablemente estaba en lo cierto porque quiere esto decir que, desde fenicios a cristianos –que ahora algunos llaman simplemente catalans—pasando por romanos y musulmanes, las islas han sido siempre tierra de invasiones que han dejado una profunda influencia. Y si esto ha sido así, si esta es nuestra historia, ¿por qué iríamos a extrañarnos ahora si, ocho siglos después de haberlos desalojado, los árabes volvieran a invadirnos, aunque esta vez fuera pacíficamente. Aunque no parece que, de momento, este vaya a ser el caso. La llegada de una embarcación, que no patera, a Portocolom con nueve argelinos a bordo –la primera que nos llega desde la otra ribera del Mediterráneo-- ha suscitado entre algunos alarmistas la sospecha de si nos encontraremos ante una nueva ruta de penetración de inmigrantes ilegales en busca de una tierra prometida, aunque este hecho parece que tiene todo el cariz de ser solo un episodio aislado. Y existen razones para así suponerlo. En primer lugar porque Argelia, país de procedencia de los arribados, no es Marruecos, Mauritania o Senegal, lugares donde reina es descontrol y se favorece la fuga de sus habitantes y en segundo lugar porque la distancia entre Argelia y las islas –unas 230 millas marinas-- es lo suficientemente grande, y carece de la posibilidad de escalas intermedias, como para que resulte disuasoria cubrirla si no se dispone de una embarcación con autonomía suficiente. ¿A donde se dirigían pues los argelinos cuando tuvieron que ser rescatados navegando a la deriva a siete millas de Portocolom? Aunque se desconoce, además de haberse quedado sin combustible, parece que debían carecer de adecuados métodos de localización. Los árabes que ahora hay en la isla, muy numerosos ya en algunas poblaciones, y que aquí se han establecido dedicándose en su mayoría a la construcción, la agricultura y el comercio –exceptuando unos pocos que lo hace a la mangancia, en perjuicio de sus hermanos—han llegado en barco o en avión. No son nuestras costas pues lo que hay que vigilar ni hará falta tampoco, como antaño, una corona de torres de defensa, sino una más efectiva labor de policía de fronteras. Y en este aspecto hay que convenir que la situación es auténticamente desastrosa.

Unos perfectos burros

Ustedes ya lo saben: los alumnos de primero de Bachillerato que suspendan cuatro materias podrán optar por repetir curso completo o matricularse de las pendientes y pasar a segundo y solo los alumnos que suspendan más de cuatro materias repetirán curso en su totalidad. La medida, nos dice el gobierno, pretende al parecer combatir el abandono escolar y hacer la enseñanza más atractiva y flexible ya que poder pasar de curso con cuatro calabazas posibilitará que los estudiantes concentren los esfuerzos en las materias no superadas al tiempo que sigan avanzando. Es sin duda, una manera original y diferente de ver las cosas. Y la ministra del ramo, en defensa de su hallazgo, ha argumentado: "Si un alumno consigue superar varias asignaturas de un curso, aunque no lo haya terminado ¿es lógico penalizarle obligándole a repetirlo completo? Creo que esa es una invitación al abandono". Ahí tenemos pues el quid de la cuestión: unas tasas de abandono escolar muy altas –y en Baleares aun mas— ya que un 29,9% de jóvenes dejan los estudios después de la ESO mientras que la UE se ha propuesto como objetivo para 2010 que el abandono sea solo del 10%.
La medida ha suscitado las reacciones que cabía esperar. Mientras una confederación de padres afín al PSOE --y qué otra cosa iban a decir-- cree que se trata una medida positiva porque contribuye a hacer más "interesante" el bachillerato, las restantes organizaciones de padres la han tachando de disparate descomunal que provocará un caos porque hará convivir alumnos repetidores o indolentes con aquellos que se toman el estudio con seriedad y es por tanto una decisión que vulnera el derecho a una educación de calidad, minusvalora la autoexigencia personal y no fomenta el esfuerzo del alumno. Y los sindicatos, coincidiendo con la confederación de centros, han considerado que el único objetivo es blanquear las estadísticas sobre el fracaso escolar para conseguir que España cumpla con los objetivos de Lisboa de cara a 2010.
Entre tanta opinión adversa, una llamativa y surrealista nota discordante: la Confederación de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos de Baleares la considera positiva y afirma que ayudará al alumno, que estará más preparado y será mejor para su formación aunque, claro está, no han sabido argumentar el porqué. Lanzados pues a una piscina sin agua está por ver si sus asociados, o quienes dicen representar, han sido consultados al respecto, participan de tan peregrina opinión y quieren que sus hijos acaben los estudios siendo unos perfectos burros. Quien en Baleares si ha puesto un ápice de sentido común a la cuestión ha sido Neus Santaner advirtiendo, desde el STEI, que por experiencia docente se sabe que si a un alumno se le deja pasar curso y su situación no mejora, el fracaso esta asegurado. ¿Necesitamos por tanto en las islas todavía un mayor fracaso escolar? Porque de momento de zotes ya vamos bien servidos.

Justicia en la caridad

Recuerdo una cita de Concepción Arenal: "Hay tanta justicia en la caridad y tanta caridad en la justicia que no parece loca la esperanza de que llegue el día en que se confundan". En las sociedades democráticas, la política social debe reducir las desigualdades y mejorar las condiciones de vida de la población con el fin de de garantizar el ejercicio de los derechos de la ciudadanía, pero como la debilidad en la financiación de los servicios sociales por parte de las administraciones imposibilita dar respuesta a todas las necesidades, siquiera las mas elementales, es todavía la caridad la que suple estas carencias. Y esto es lo que sucede.

Cruz Roja de Baleares, a través de 64 entidades, ha distribuido ya 144.198 quilos de alimentos a unas 17.000 personas de entre las que se encuentran más necesitadas. Y en una nueva fase repartirá 144.198 quilos mas de alimentos a través de 41 entidades. Se trata de remesas de alimentos procedentes del programa “Alimentos para la solidaridad” de la Unión Europea, una iniciativa de cuyo reparto se encargan Cruz Roja Española, Cáritas y el Banco de Alimentos. Y el Banco de Alimentos a su vez distribuye unas 880 toneladas de comida valorada en 1,2 millones de euros que alcanzan a unas 14.000 personas residentes en las islas a través ayuntamientos y asociaciones. O sea que, caridad antes que justicia, de ejercer la asistencia social se encargan las asociaciones solidarias.

¿Qué hacen mientas tanto las instituciones? Algunas ni se sabe. El Govern impulsó una ley que garantizaba comida, ropa y alojamiento y se ha quedado en papel mojado. Y el ayuntamiento de Palma --Cort invirtió la fabulosa cifra de 18.000 euros en alimentos-- se apunta ahora ejercer la solidaridad impulsando la firma de un pacto local de lucha contra la pobreza con las organizaciones no gubernamentales, solicitando la colaboración de los ciudadanos, los centros comerciales y las medianas y grandes superficies para recaudar alimentos. O sea que tiren del carro los otros.

El círculo por tanto se cierra. Constatado el gran fracaso de unas instituciones que se muestran incapaces de garantizar una política social justa, acuden a las entidades solidarias, a la caridad publica en definitiva, para que esta, como siempre ha sucedido, continúe supliendo sus carencias y tape sus vergüenzas. Se decía aquello de que no había que hacer caridad, sino justicia, pero hoy vemos que la base de la justicia es la caridad, y no al revés.

La obsesión por la seguridad

No Según los tratadistas aunque la seguridad es un bien fundamental y por tanto puede ser reclamada como derecho hay que contemplarla en su justa interrelación con los demás derechos. Quiere esto decir que la seguridad es a la vez derecho pero también riesgo para los otros derechos ya que cuando caemos en la obsesión por la seguridad nos disponemos a sacrificar una parte de nuestra libertad, llegando hasta el extremo de apoyar políticas preventivas o represivas para lograr nuestra máxima tranquilidad. ¿Quieren ejemplos?

Como unos descerebrados atentaron contra aviones ahora han impuesto unas normas por las que nos requisan en el aeropuerto hasta una botella de agua o nos hacen quitar el cinturón. Y si acaso alguien atentara con explosivos en el interior de su cuerpo –como sucedió en Arabia Saudita— corremos el riesgo de nos vayan a meter un dedo en salva sea la parte. Aunque, suma paradoja, se puede subir a un barco, y sin ningún control, una furgoneta cargada de explosivos. Pero, lo dicho, aceptamos de grado unas medidas que resultan casi represivas.

En lo que atañe a los vehículos --un invento para esquilmar al personal y someterle a las mayores políticas preventivas-- sucede exactamente lo mismo. Y luego están los edificios. Y aquí entra en juego ya tal maraña de legislaciones y normativas, muchas de ellas promovidas por intereses corporativos, que un ciudadano no sabe nunca si cumple con aquellas que inevitablemente de un día para otro acabaran siendo declaradas obsoletas con gran satisfacción de cuantos se dedican al ramo. Ha sucedido con los ascensores, la mayoría de los cualas han tenido que ser adecuados, con las instalaciones de gas o con las conducciones eléctricas. Pero, ¿Se habían producido tantos accidentes por falta de seguridad como para tener que obligar al ciudadano a someterse a normativas de cada vez más estrictas y ocasionarle tantos dispendios?

Ahora en Palma se ha derrumbado un edificio de tres plantas construido en 1959 con materiales ya en desuso y se ha abierto un debate sobre la seguridad de nuestras casas. Pero los edificios pasan una ITV que se basa en criterios cronológicos y esto parece suficiente. La sicosis del momento no debería conducirnos a reclamar seguridades más allá de lo razonable. Un derrumbe –lamentable, eso si— no justifica tratar de buscar una seguridad total que ni existirá nunca ni tampoco nadie podrá asegurar.

Mi capitán, que hay mujeres…

Si Baleares puede tener a final de año cien mil parados. El CRE advierte de que la economía de las islas toca fondo con los sectores de Servicios e Industria en mínimos históricos. TUI, el gigante turístico, anuncia que baja los precios un 5’5 por ciento la próxima temporada. Los payeses –detengámonos aquí un instante-- arruinados por el aumento de costes de producción y recibiendo por sus productos un precio que según Unió de Pagesos en algunos casos se multiplica por seis antes de llegar al consumidor --además de la falta de apoyo por parte de la Administración-- se ponen a vender, en la Plaza de España y en señal de protesta, directamente casi dos toneladas de naranjas, coliflores, lechugas y perejil, al precio que se los compran a ellos, o sea a 50 céntimos.

Por otra parte tenemos un Govern que parece estar paralizado por sus peleas internas. En el Consell Insular toman las mismas cucharadas y tienen embarrancados el Plan Territorial y el Plan de Carreteras. Y, aquí ya parió la abuela, nuestro fabuloso tren está de nuevo en huelga. ¿Crisis institucional? Que va. Para crisis institucional, y en mayúsculas, como titulaba ayer un reputado medio, el culebrón del Mallorca. El ultimátum dado por Mateo Alemany a Martín Mingarro para que o paga lo que debe en 24 horas o le devuelva el club.

Que quieren que les diga. A uno lo que ocurre le recuerda aquel chiste de un capitán que hundiéndose el barco sale disparado hacia los botes salvavidas y cuando alguien le grita: “mi capitán, que hay mujeres” responde, “si, ahora estoy yo para polvos”. Porque desmoronándose nuestra economía, haciendo agua por los cuatro costados, parece que lo único importante para la prosperidad de esta comunidad es que se salve el Mallorca y Alemany cobre su pelotazo aunque se hunda todo lo demás, porque el fútbol es más que un deporte y algunos piensan incluso que el fútbol es el centro del mundo.

Alemany compró el 93,4 de las acciones del Mallorca el pasado mes de enero por 1,5 millones de euros y en agosto vendió la mayoría al Grupo Safín. Ejecutó una opción de compra y ocho meses después se marchó habiendo ganado a costa del equipo de sus desinteresados afectos 2,5 millones de euros. Amor al club o especulación pura y dura. ¿No será más bien que la avaricia rompe el saco? Pues a lo mejor.

Paridad y cuota

Si ¿Interior? Esta nos toca a nosotros, jefe. ¿Y aquí, a quien ponemos? Vamos a ver…hummm..., pues tendrá que ser una mujer, ¡eh!, y de Ibiza, que todavía no les hemos dado ningún cargo. Pues, a ver, mira el papel. De Ibiza y mujer…nos han puesto en primer lugar a Leciñena. ¿La secretaria del aparato? Claro, ¿cuántas leciñenas crees tú que hay en Ibiza? Vale, pues, ya está, Leciñena en Interior, que igual sirve. También la podríamos poner en Sanidad porque es medico. No, no vamos a desmontar otra vez la lista, y además ya se la ha prometido a Thomàs. Pues creo que ya hemos terminado. Ufff..., mira tu que es difícil hacer un gobierno, pero creo que nos ha quedado bastante apañado y se van a quedar todos contentos. Que Dios te oiga.

Es lo que sucede cuando se quiere hacer un gobierno políticamente correcto, es decir que de respuesta a estas dos sagradas estupideces que han implantado algunos partidos: que sea paritario y que reparta el poder entre las distintas baronías. No importa pues tanto aquello de merito y capacidad para llegar a conseller o consellera como que su perfil se ajuste a aquellas otras premisas. ¿Hubiera sido elegida Leciñena consellera de interior de no ser mujer y de Ibiza?, ¿Era la persona mas idónea para esta cargo? Quizás si, porque meritos tiene: es medico de familia y maestra y ha dirigido el hospital Can Mises, pero ni una cosa ni la otra acreditan suficiente capacidad como para llevar un departamento tan complejo. Y además el curriculum --ahí tenemos el perfil de algunos compañeros-- cuenta muy poco ante la voluntad de los partidos de poner, por su real gana y pensando antes en sus propios intereses que en los del procomún, a quienes mas poder ostentan. Porque han hecho de la política y de la función publica un botín a repartir cuando alcanzan la bicoca de gobernar.

Se rumorea, se dice, que no andaban excesivamente satisfechos en el Consolat con esta consellera y que al parecer tenía billete para, en una próxima remodelación, volverse a Ibiza. Pero tras el patinazo del helicóptero, está claro que ha quedado confirmada en el cargo. Así que los maten van a reconocer un error. Pero una consellera que hace una tontería como esta –lo que ha nos ha costado mover el helicóptero es lo de menos—es que tiene los criterios un tanto trabucados. Y no resulta muy tranquilizante tener en Interior a alguien que, llegado el caso, no tenga clara la jerarquía de prioridades.

Politizar las carreteras

Que el poder y la oposición no se pongan nunca, o casi, de acuerdo, parece que lo marca el guión que inspira nuestra escacharrada política, aunque mejor harían, y mas beneficioso resultaría para esta aperreada sociedad, que alguna vez lograran ir a la par, que acordaran dejarse de hacer la puñeta e impulsaran conjuntamente aquello que fuera menester. Pero lo que ya no se sostiene, aunque evidentemente ocurra, es que siquiera logren ponerse de acuerdo quienes en teoría han de gobernar juntos. Aunque en estas estamos. Y no solo ahora, sino que ocurre casi desde el mismo instante en que se juntaron supuestamente para gobernar. Ahora, por tanto, y para no perder la costumbre, volvemos a tener una bonita polémica a la vuelta de la esquina y, como casi siempre en que no se discute por el reparto de poder, se hace por política territorial, la bestia negra de nuestra autonomía. Sucede que a finales del 2008 el Consell de Mallorca aprobó inicialmente el plan de carreteras, un necesario instrumento de planificación sobre el que hasta la fecha no ha habido manera de ponerse de acuerdo, y como ahora tiene que ratificarse --y más después de haber sido objeto de negociación durante la ultima crisis del Pacte-- han comenzado otra vez las escaramuzas.

Una parte de los que gobiernan, la extrema izquierda, sospechan que el plan no solo no modifica la política territorial procedente de cuando mandaba el PP sino que la consolida mientras que otra parte, a estribor, se muestra partidaria de conservar un modelo de movilidad distinto basado en autopistas que vertebren el territorio. A la vista de cómo esta el patio responsables del PSIB, UM y Bloc se han reunido ya para intentar cerrar el modelo y si bien parece que algo se ha avanzado, existen aun tres vías sobre las que no han logrado ponerse de acuerdo: la variante de Sineu y los desdoblamientos entre Llucmajor y Campos y entre Manacor y Sant Llorenç, siendo los desdoblamientos el mayor motivo de discrepancia. Además UM condiciona la aceptación de las propuestas a su viabilidad técnica, lo cual finalmente podría tratar de despolitizar una oposición fuertemente ideologizada. Y aquí como cada cual juega sus cartas, diversas entidades ciudadanas, encabezadas por el GOB, se han reunido ya en Sineu para presionar a los políticos y preparar acciones conjuntas con el fin de evitar que se consume lo que denominan cambio de modelo territorial. Y el resultado final será, como ya se pueden imaginar, por politizar las carreteras, un autentico disparate de consecuencias incalculables.

Prioridades trabucadas

Las sociedades avanzadas se distinguen, entre otras cosas, por la atención que dedican a la salud y la educación. A la salud por razones obvias. Y a la educación porque al avance de la civilización se basa en la trasmisión del conocimiento ya que sin su preservación cada generación tendría que comenzar desde cero y el hombre nunca hubiera salido de las Cavernas. Y ahí tenemos un proverbio chino que resume la cuestión: Si quieres prosperidad para siempre, educa un pueblo. La educación por tanto nunca es un gasto, sino que se trata de una inversión. A todo esto parece que lo tenia claro el pacto que nos gobierna --es un decir—cuando decidieron juntarse para pelearse como las parejas bien avenidas ya que prometieron garantizar una “sanidad moderna, de excelencia y confortable para el usuario” y un “incremento progresivo del presupuesto educativo con el objetivo de llegar al 6 por ciento del PBI en el menor tiempo posible”. Pero, ay, a aquellas promesas se las acaba de llevar el viento de la crisis y la realidad va a resultar muy distinta de cuando todo eran juramentos de leche y miel.
La Conselleria de Sanidad ha bajado su presupuesto para 2010 muy por encima del de la comunidad ya que lo recortará en un 6,9%, siendo esta bajada la mayor de todas las comunidades autónomas. Sobran por tanto los calificativos. Y la Conselleria d´Educació i Cultura, que contará con un presupuesto de 822 millones de euros para el 2010, sufrirá una bajada de un 3'29%, reduciendo la partida destinada a la UIB un 4'4%, casi tres millones menos de los 65 millones de este año.
De todo esto cabria deducir, y en parte es cierto, que el dinero no alcanza. Pero de inmediato nos encontramos con que el presupuesto para la radiotelevisión de Baleares, IB3, en 2010 será de 61,2 millones, lo cual supone un incremento del 40,2 por ciento respecto a 2009, que fue de 43,6 millones. Si bien, vaya sarcasmo, el director de IB3 y su equipo deberán dimitir en caso de desviación presupuestaria superior al 3 por ciento. Eso, para una tele incalificable que no pasa del 5 por ciento de share y su audiencia esta en la cola del resto de comunidades. Resumiendo, dinero no habrá suficiente para la sanidad y la educación, pero si lo hay para lo que les da la gana. Y si los cerebros pensantes del pacto consideran que la tele es más importante que la universidad, apaga y vámonos. Es que tienen la jerarquía de prioridades absolutamente trabucada.